El paper de l’entorn
Article d'Enric Roca publicat a La Vanguàrdia, en el marc del tema de debat "Per què el meu fill no va a l'escola?".
El absentismo constituye la antesala del abandono y la desvinculación escolar, fenómeno muy preocupante desde el punto de vista personal, social, político y económico. El abandono escolar prematuro
a nivel estatal se sitúa en el 31,2%, en la franja entre los 18 y los
24 años (la media de la UE es del 14,5%). Si el abandono resulta
preocupante, el fracaso escolar no lo es menos. Los indicadores sobre el
absentismo reiterado durante la escolarización obligatoria son más
difíciles de establecer. Sin embargo, todos los docentes de la ESO saben
que una mayoría de los estudiantes que acaban abandonando el 3. º o 4. º
curso, sin conseguir la graduación, poseen una historia de absentismo
reiterado que suele empezar en el primer ciclo, se incrementa en 3. º y
suele consolidarse en 4. º para los que no hayan abandonado antes.
¿Por
qué los jóvenes faltan a clase y acaban abandonando? ¿Por qué la
escuela no puede retenerlos? Posiblemente debamos revisar el currículum a
fondo y adaptarlo a las nuevas formas de aprender
(estimulación-activación) que tienen los alumnos. También habrá que
reformar la organización y las prácticas establecidas en los centros y,
sobre todo, el papel que ha de ejercer el docente en la sociedad del
conocimiento. ¿Y las familias no deberían percatarse de que el
absentismo constituye el primer síntoma de posteriores problemas? El
seguimiento atento de los padres en relación al proceso educativo de sus
hijos no debería abandonarse en el periodo adolescente, por más que las
formas de esta atención hayan de volverse más sutiles e indirectas.
Y
el grupo de amigos ¿qué papel juega en los episodios de absentismo? Sin
duda, fundamental. La necesidad de integración en un grupo referencial
puede atraer al joven hacia algunos que tengan en el absentismo y la
desvinculación escolar un elemento identitario o estructurante, lo que
repercutirá, sin duda, en la trayectoria escolar de sus integrantes.
Muchos padres y profesores albergan dudas sobre si deben intervenir en
relación al grupo de amigos de su hijo o alumno. ¿Hay que hacerlo? La
respuesta debe ser afirmativa si pretendemos educar. La educación
conlleva siempre intervenir intencional y continuadamente. Sin treguas.
Pero ejerciéndola con inteligencia y tacto, generosidad y firmeza,
afecto y coherencia. No podemos pedir que nuestros hijos o alumnos no
sean absentistas, no abandonen, no fracasen, que luchen por el éxito
desde el esfuerzo… si nosotros no predicamos con el ejemplo.